La pintura de la princesa Julieta Daemonium siempre me ha hecho sentir melancólica, la imagen de una mujer con las manos atadas en una balsa que está a punto de hundirse y dentro del agua, las esposas de Océano listas para recibir el nuevo tributo. Prefiero seguir mirando, más adelante se encuentra una de las esculturas a la diosa de la Tempestad, elegí un lugar al azar porque no quería volver a la embajada y porque quería pasar más tiempo con Nicolás. ***** Las cosas gratis, eran las más costosas. – ¡Mierda! – exclamó Oliver al llegar a la mansión Chevalier y en la entrada uno de los guardias lo detuvo – vine con la marquesa Landevon, olvidó sus flores. El guardia lo miró de arriba abajo. – Sí no quieres no insistiré, llévalas tú a la embajada. – Espere. Román Cavier dejó la fiest