Algunas batallas deben pelearse y otras, deben evitarse. El problema es distinguirlas. Lilith estaba cansada, no quería discutir con Bruno, pero tampoco quería dar el tema por visto y actuar como si nada hubiera pasado, porque en realidad, sí pasó y la afectó. Sus dos celulares estaban puestos sobre el asiento del copiloto, uno de ellos tenía un mensaje sin leer, el otro mostraba el historial de llamadas. El tiempo corría y tenía una cita a la que no podía llegar tarde. Tomó uno de los celulares y escribió – ¿qué haces? Percival trazaba rutas de escape dentro de los planos del edificio donde se encontraban los seguidores del abismo – sigo con mi trabajo, el mercado de valores exige que no pestañees. – No me lo imagino – suspiró Lilith. Percival dejó de trazar y tomó su celular – ¿pas