El hechicero William Vignon, estaba destinado a la grandeza.
Nadie lo decía, pero todos lo sabían.
William Vignon, hijo de una familia prestigiosa y discípulo de la universidad de Malea desde muy joven, era inteligente, hábil, poderoso y sabio. Sus manifestaciones cobraban vida y las armas que usaba, aún conservaban el antiguo método nacido en la primera generación de la magia.
Solo aquellos que se consideraban dignos de ser convertidos en discípulos directos del hechicero Vignon, podían aspirar a aprender ese hechizo. Nadie más.
Sin embargo, lo más sobresaliente del hechicero Vignon, fue que él abrió las puertas de la universidad y permitió que, tanto plebeyos como mujeres, pudieran estudiar. Sus contribuciones a la magia eran insondables, en el futuro, ya fuera por décadas, siglos o
