No había tiempo, los minutos corrían como si fueran segundos, el reloj en la pared era un enemigo mortal y sí seguía avanzando, Lilith se volvería loca. – Listo – se detuvo, se levantó para ver su reflejo en el espejo y respiró profundamente – ¿cómo me veo?, di la verdad, por favor. Percival, no me digas que te quedaste dormido. Él había estado esperando afuera, en cuanto escuchó el mensaje telepático, se levantó del sillón, entró a la habitación y guardó silencio. Lilith dio la vuelta y lo interrogó con la mirada – ¿y? Percival, supo de un vistazo que Lilith nunca olvidará ese día, eternamente, durante toda su relación, ella volvería a ese momento y diría algo como: ¿recuerdas ese día, cuando miraste mi vestido y dijiste? – Te vez bellísima. – ¿De verdad? – Lo juro – anunció Perciv

