Capítulo 28. Por eso la elegí

1043 Palabras

Benedict se detiene por unos segundos cuando escucha el gemido de Isabella. Hay algo particularmente familiar en ese sonido que lo deja confundido y pensando en aquella mujer del bar. Además, ella tiene una pequeña marca de nacimiento detrás de la oreja, que está seguro que la vio antes, pero no recuerda dónde y cuándo. Isabella, por su parte, se siente aturdida cuando la boca de Benedict abandona la suya. Cuando abre los ojos, se encuentra con la oscuridad de la mirada de su esposo y todo su cuerpo se estremece de necesidad contenida. Se da cuenta de lo que acaba de pasar e intenta salir de su regazo, avergonzada y con la cara totalmente sonrojada, pero él la sujeta mucho más fuerte. —Déjame ir. —Recién estabas muy excitada en mis brazos. Estoy seguro de que te gustaban mis besos y ca

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