Capítulo 70. Dos infiernos

1154 Palabras

Cuando Isabella abre los ojos esa mañana, la cama a su lado está vacía. No hay rastro de Benedict. El lado que él ocupó ya está frío, como si se hubiera marchado hace horas. Suspira pesadamente y se incorpora con esfuerzo. Su cuerpo se siente adolorido, pero no se permite detenerse. Va directo a la ducha, dejando que el agua tibia la envuelva y la despeje un poco del peso que lleva en el pecho. Luego, se viste con ropa sencilla pero elegante: pantalón recto de tiro alto, blusa clara, blazer, zapatos cómodos. Se obliga a sonreír frente al espejo, aunque la sonrisa se ve más triste que otra cosa. Se maquilla un poco para cubrir sus ojeras. Baja las escaleras en silencio. Para su suerte, no hay nadie en el comedor ni en la sala. Cuando está a punto de llegar a la puerta principal, escucha

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