No puedo creer lo que ella me acaba de decir, no es posible que ella sea el asesino más letal y temido de nuestro mundo. La observo sorprendido y sin salir de mi asombro. No puede ser posible. - No, el Ángel de la muerte es hombre – digo y ella sonríe – yo hablé con él, cene con él. - Era yo – dice tranquila – descubrir que la mejor forma de sobrevivir en nuestro mundo y con un trabajo como ese era engañando. – me toma del rostro para que la observe a los ojos – todo el mundo imagina al Ángel de la muerte como un hombre de unos treinta y tantos, delgado, seguramente violador, despiadado, un completo degenerado sin corazón, pero sin duda alguna el mejor de los asesinos. – veo su punto, muchas personas de las que ha matado tenían