Me remuevo inquieto sintiendo un extraño frio en mi cama lo que me hace abrir los ojos y observar el reloj que tengo en la mesita junto a la cama. Son las tres de la madrugada y siento en el aire su aroma indicándome que ella continúa en mi casa, pero no está en mi cama. Sonrió al recordar lo que pasó hace algunas horas y sonrió, ella es por completo mía. ¿Dónde estará? Me pregunto levantándome de la cama en busca de un chándal para ponerme y luego salir a buscarla. En el cuarto de baño no está, ni en la terraza, así que salgo de la habitación en busca de ella por la casa, pero no está por ningún lado. Cuando estoy en la cocina molesto por no encontrarla tomo el teléfono y llamo a uno de mis hombres. - ¿Dónde está? – gruñó furioso - En la piscina del jardín