Algo está ocurriendo.
Lo sé.
Algo me dice que Caleb no me está ocultando información.
Desde que volvimos de nuestro fin de semana en la plantación, lo he visto diferente. Callado y retraído. También está trabajando más horas. A pesar de que viene a mis todas las noches siento que está diferente.
El único día de esta semana que llego temprano, lo vi darle una mirada Pétrea a las botas que Maya insistió colgar en la chimenea del salón.
— ¿Un centavo por tus pensamientos? — Papá me saca de mi mundo. Le doy una sonrisa y lo veo tomar asiento junto a mí en el sofá con ayuda de la muleta. Mamá ha ido un momento a la tienda, así que estoy sola con papá.
— Llenarías una alcancía en un abrir y cerrar de ojos.
— ¿Qué te tiene así a mi guerrera? — suspiro.
— Caleb — respondo frunciendo el ceñ
