CALEB. Estoy sentado en el coche mirando la casa frente a mí. Ayer cuando fui al restaurante donde trabaja Mia y como me supuse mi intento de disculpa fue un fracaso. Y la verdad, sé que puedo hacerlo mejor. Después de mi corto, pero contundente cruce de palabras con Mia supe que estaba perdido, como siempre Mia sabe como darle al clavo y decirme las cosas a la cara. Lo más aterrador es que tiene toda la boca llena de razón en cuanto a mi comportamiento. Ayer mi intención era pedirle que me acompañara a este lugar, pero al ver su hostilidad supe que no me dejaría hablar más. ¡j***r! Ni siquiera pude tener otro momento con ella. Me repelió como si fuera la peste. Resoplo. Miro la casa en el barrio de clase media en el que me encuentro y con decisión, bajo del auto en alquiler. El fr