Al día siguiente Lara salió de su oficina y de camino a la cafetería, se encontró con Raúl, quien parecía muy animado: Raúl – Larita, ¿cómo vas? LARA – Muy bien, ¿y tú? Raúl – ¡Pues mejor que nunca! ¿Podemos cenar esta noche? LARA – ¿Qué? (sorprendida) Raúl – Si, necesito hablar contigo, por favor. Tengo un problema y no sé qué hacer. LARA – ¿Qué clase de problema? Y no pudo terminar la frase. De pronto se encontró con la mirada fulminante de Lucas, quien venía por el mismo pasillo junto a Juan. Juan – Hola, Lara. (Le dio un beso en la mejilla mientras ella no quitaba los ojos de la mirada de su amado). ¡¡Raúl!! (Chocaron sus manos y Juan siguió camino). Lucas no. Se quedó allí parado, esperando alguna clase de respuesta y con unas grandes ganas de patear a Raúl en el trasero. R