Dos semanas sin palabras es mucho tiempo para quien debe acostumbrarse a que lo que pudo ser un gran amor, debe volver a ser una amistad. Tantas cosas que decir, y tan pocas palabras que salen por la boca. Tantas miradas cómplices que se convierten poco a poco en tristeza… tantas sonrisas que no se ven, que no se comparten, y que solo la tierna mirada de un niño, puede volver a unir…
Ese día Lara estaba escribiendo unas cosas en su ordenador personal, y alguien tocó la puerta…
LARA – ¡¡Pase!! (Sin quitar la vista del computador, hasta que el perfume se hizo tan intenso que pudo distinguir quién era la persona que la interrumpía…) Lucas… (Una sonrisa intentó aparecer en su rostro, pero de pronto los recuerdos la borraron de un tirón).
LUCAS – Disculpa… (Miró al suelo)… ¿Estás ocupada?
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