Sebastián se acerca y me da un fuerte abrazo. Esto me hace sentir un poco culpable, aunque feliz al mismo tiempo. Pensé que Sebastián ya no me amaba y eso me aterraba, pero él se estaba alejando por la culpa que sentía. Pero, aun así, no me siento lista para perdonarlo, me mintió por un año completo y me hizo sufrir mucho. Sebastián se aparta de mí inmediatamente y cubre su boca con una mano. —Sebastián, ¿estás bien? —Me llevas al baño, no me siento bien. Lo acompaño al baño y él vomita un poco, palmeo su espalda. —Amalia, creo que me embarazaste —me dice. No puedo evitarlo y río a carcajadas. —¡¿Qué dices, Sebastián Ramsés?! Yo no me haré cargo de tu producto. Ahora él es el quien ríe. Cuando me embarace de los mellizos el pago por eso, creo que siente más náuseas que yo, l