Larissa. —¿Dime la verdad? —me dice Valeria. —¿A qué te refieres? —¿De quién es el bebé, Larissa? —¿Acaso eso importa? Deja de hacer preguntas estúpidas. —Quiero saber los genes de mi futuro hijo. Ella se acerca y acaricia mi estómago y habla en chiquito al bastardito. —¿Es de ese hombre, verdad? Estoy harta. La tomo del cabello y estrello su cabeza tres veces sobre su escritorio. —Si vuelves a hablar de él, te juro que a la otra no será el escritorio, te partiré la puta cabeza en una piedra. La sangre sale de su frente, sé que no me medí, pero ella se lo busco. —¡Eres una maldita puta loca! —me grita. —Claro, me lo dice la que mato a su esposo, en fin, la hipocresía. Salgo de su consultorio. Subo a mi auto. Mientras conduzco a casa recibo una llamada y me hace tembl