Larissa. Despierto veo la hora en mi móvil, son las cuatro de la mañana, me dirijo a la habitación de Sebastián. Mi plan aún continúa y me falta tomar la última sesión de fotos y esta será la mejor. Abro la habitación y lo que veo me deja sin respirar. ¡Maldita sea! ¡Mierda! Estos imbéciles no sirven para nada. No puedo creer que se quedaran dormidos y no pasara nada, los dos están vestidos. ¡La noche no se puede arruinar! Esas putas voces en mi cabeza. «Solo eres bonita, no eres nada, no puedes hacer nada bien, eres una maldita ridícula como tu madre, Amalia nunca te amara» ¡Cierren la puta boca, maldita sea! Aún puedo seguir adelante, esto es solo un obstáculo que puedo superar. Les quito la ropa a ambos. Fue difícil y estoy exhausta, pero lo único que importa es que mi