Al día siguiente.
Siento que estoy a punto de perder la cabeza y mi cuerpo se siente caliente, abro los ojos y Sebastián se encuentra entre mis piernas. Extrañaba despertar así, llego al orgasmo.
—¿Cuánto tiempo llevas allí? —pregunto.
—No importa, mi Amalia, pero cuando duermes llegas más rápido al orgasmo.
Después de una mañana de sexo y un baño, bajo a hacer el desayuno. Recuerdo que dejé el celular en el auto de Larissa.
Abro el auto y tomo mi celular, después entro a casa para cargarlo. Lo dejo cargar y ahora si me dirijo a hacer el desayuno. Sé que Larissa se va a enojar, pero nada que no se pueda arreglar.
Mario entra y me sonríe, por un momento pienso que se molestará, pero es todo lo contrario.
—Eres tan débil, Amalia.
—Soy débil, pero yo pasé dos días fuera para p
