[Diego] Ni siquiera dudé en ir a ese lugar. Tan solo noté que mi departamento se encontraba vacío, supe que tenía que manejar hasta allá y ahora que me encuentro en frente de esa gran puerta de madera y con dos perros San Bernardo ladrando del otro lado, empiezo a preguntarme si hice lo correcto. Vuelvo a tocar la puerta con desesperación y, al fin, las puertas se abren para mostrarme a Óscar Salvatierra. Su rostro cambia al verme, pasa de una sonrisa a una decepción total, supongo que no fue de su agrado que yo llegara. ⎯ Eres tú ⎯ dice en un murmullo. ⎯ Sí, soy yo, ¿dónde está tu hermano? ⎯ pregunto directo, abriéndome paso y entrando a la casa ⎯, dile que quiero verlo. ⎯ No está ⎯ contesta de inmediato. Tomo a Óscar del cuello de la camisa y lo azoto contra la pare