4. Lobo

4793 Palabras
Zae Swer Me fijo como los hombres que nos acompañan se tensan observando a Katia con intensidad, Sebastian deja de sonreír poniéndose serio, Demián frunce un poco mas su ceño. — Yo no estoy diciendo existan, solo digo que el caso tenía puntos relevantes — me quejo molesta. Pero creo que existen y no es totalmente loco. — Es imposible existan ¿No creen? — pregunta mi amiga hacía Sebastian y Demián. Ruedo los ojos molesta. No me gusta hablar del caso en especialmente cuando no se dejan ver posibles escenarios que sean más reales a los escenarios de una mente cerrada. — ¿Tu crees existan? — pregunta Demián llamando mi atención y sorpresa. Alzó la mirada conectando con sus ojos negros. — En si no lo creo... — miento — Solo pienso que tiene puntos lógicos e ilógicos que te ponen neutro ante el caso, no es un no, ni un si — respondo razonable. No me puedo dejar llevar por lo que yo creo sino por lo que tengo en un caso, ser razonable y no crédulo, tu opinión hasta cierto punto puede afectar a una persona y el caso y no quiero se escandalicen por un caso que probablemente quede en el olvido por pruebas insuficientes. ¿Seguirán llevando el caso? — Es una estupidez, la mujer y los demás están locos, deberían meterlos aún psiquiátrico — ruedo los ojos nuevamente por su mente tan cerrada al tema. — ¿De que es el caso con exactitud? — pregunta Sebastian curioso. — Hace unos ocho o nueve meses encontramos aún grupo de supuestos turistas en un bosque, fuimos ahí por los gritos extraños que fueron oídos por personas que pasaban al rededor, tenían heridas grandes y solo repetían cosas incoherentes sobre hombres lobos... licántropos para ser exactos, los llevamos a la central, donde se les dio el debido trato y procedimiento hasta que se tranquilizaran, unos días después se les interrogó, todos dicen lo mismo a excepción del inicio de la historia donde se contradicen mucho, encontramos las víctimas son científicos y no turistas cómo decían, los dejamos que creyeran nosotros no sabíamos eso, creímos era una locura ilógica pero nuestros psicólogos y psiquiatras sugirieron someterlos aún tratamiento psicológico de recuerdos, donde se introducen aún vacío y ellos comienzan a revivir el momento, es efectiva por lo que al oírlos nuestro Comandante y el Capitan ordenaron darle seguimiento — explico haciendo Demián se tense. ¿Ya que? No estoy en el caso y como dice Katia puede sea una estupidez, aunque el caso requiere de discreción yo no dije nada de lo que realmente importante, si dijera algo relevante y me encuentra es seguro me querrá degollar. — ¿Creen exista? Opinión propia — pregunta nuevamente Sebastian. — No. — Si — respondo al unísono de Katia. — ¿Porque si? — me pregunta Sebastian sin dejar de mirar a Katia quien respondió no. — La mayoría de mitos y leyendas nacen de lo que alguna vez existió y si los licántropos como vampiros y todo ese lío están entre las leyendas y mitos es por algo — respondo segura. — Interesante — susurra Demián haciendo fije mi mirada en el — ¿Y si te toparas con uno? — pregunta con interés. No lo dudo. — Huyo — respondo segura haciendo sonreír a Katia. — Si claro, hace como una semana nos topamos con dos lobos y no huiste ¡al contrario! Te pusiste a acariciar a uno, estas loca ¡pudimos ver muerto! — se queja Katia. Sonrió al oírla. — Esos si eran lobos normales — me defiendo. — ¿Segura? Igual son salvajes — interviene Demián. — ¿Si? — respondo con el ceño fruncido. — ¿Porque huirías? — pregunta Sebastian. — Porque si son como los turistas científicos dijeron, no me quiero topar con uno — respondo recordando su testimonio. — ¿Y que fue lo que dijeron? — pregunta Demián sonriendo ladino. Mi cuerpo se estremece ante la mirada que me regala. — Que eran bestias, seres salvajes, sádicos y crueles en tortura — hago una mueca. Una de las mujeres tenía marcada la espalda. Demián sonríe con malicia, aprieto mis labios sintiendo como solo ese pequeño gesto me estremece en una peligrosa sensación. — ¿Y tu que crees? — le pregunta Sebastian a Katia quien se ve intranquila. — Que son una amenaza y una asquerosa plaga. No me sorprendo ante su respuesta, pero a Sebastian si, incluso tensa su mandíbula dándole una dura mirada que me hace verlo con seriedad. — ¿Porque? — pregunta con dureza haciendo Katia sonría de lado regalándole una de esas miradas que te hace caer a sus pies. — Según los describió Zae esos animales pueden llegar a superarnos en algunos puntos y yo no quiero morir en las garras de ellos — responde con simpleza. Sonrió de lado tratando de fingir tranquilidad, es la segunda vez que dice mi nombre y no me gusta como ellos parecen ignorar eso. Es como sino lo notarán pero algo me dice que lo hacen. — Creo nos debemos ir ya — hablo al notar el tema altera a mi amiga. — Pienso lo mismo, fue un placer conocerlos — se levanta del lugar. Tomó mi libro sacando el dinero que dejó en la mesa cuando me levanto. — Pienso lo mismo — respondo apunto de girarme pero el firme agarre que se posa en mi muñeca me lo impide. Mi cuerpo se estremece ante el tacto. Giro mi rostro topándome con un Demián a pocos centímetros de mi cuerpo, mi respiración se corta, no se en que momento se paró y acercó tanto pero me estremece. — ¿Sucede algo? — interrogo con voz ahogada. Tanto por las sesiones que siento como por el repentino toque. — ¿A donde vas? Frunzo el ceño por su pregunta. — ¿Disculpa? ¿Quien te crees? ¿Eres un... — Pregunto porque así podría llevarte, bueno, llevarlas — responde con un brillo en sus ojos. Muerdo mi labio inferior observando cómo sus ojos se desvían a ese gesto. Con que sólo era amabilidad... creo me apresuré. — Descuida, traigo auto, pero gracias por el ofrecimiento — respondo intentando soltarme pero me toma de la cintura a pegándome a su cuerpo. Entre abro los labios sin razón cuando su firme cuerpo hace contacto con mi pequeño cuerpo al lado suyo. Es tan alto que intento alzar la cabeza para verlo mejor. Su cuerpo se inclina sobre el mío erizándome la piel pega sus labios a mi oído paralizando mi cuerpo. La diferencia de estatura es obvia, me sobre pasa por treinta centímetros o más, su cuerpo es casi el doble. — Sólo era amabilidad, nos veremos pronto mi luna — susurra dando un húmedo beso bajo mi oreja. Jadeo cuando se aleja soltando mi cuerpo, retrocedo observándolo con confusión y enojo irracional, mis ojos conectan con los suyos, siento como desean mi alma en el abismo de sus posos negros, bajo mi mirada a sus rosados labios, tomó a Katia que se encuentra sonriendo coqueta al rubio, la miro con una expresión de ¿en serio? Tiro de ella saliendo del lugar nos llevó al auto, ella entra con una sonrisa en su rostro, arrancó ignorandola. — Sexy... ¿Porque no tenemos un celular normal? — la veo mal por su pregunta. — No quiero me rastreen — le recuerdo — ¿Que te dijo el rubio? — pregunto concentrada en el camino como su respuesta. — Nos veremos pronto linda — expresa sonriente — no está nada mal para un polvo pero si despierta mi curiosidad, tremendos sementales ¿te imaginas? — pregunta alzando y bajando las cejas, la ignoro — hay por favor solo debes olvidarte de todo y vivir un poco, note como te miraba Demián... La ignoro conduciendo hacia la cabaña, me olvido de todo mientras conduzco para así no chocar por la imagen que se apodera de mi mente. Katia sigue hablando acerca de lo que odio sin callarse, mi vida se proyecta ante mis ojos. Tenso mi agarre en el volante mirando la sangre nuevamente en mis manos y luego... — ¡A mi me gusto Sebastian! ¿Y a ti Demián? — pregunta emocionada logrando regrese de ese terrible lugar. No respondo pero mi cabeza piensa en él. El pelinegro tiene una tes color canela, de lejos puede verse pálida pero es probable que sea por la distancia y lo que nos rodea, verlo de cerca se me hizo más atractivo de lo que ya era, tiene un físico irresistible, desborda sensualidad y peligro, es sexy como temeroso, pero algo me dice que toda la fachada no era de una persona reservada sino de una persona que se estaba conteniendo, pide sentir su necesidad, la necesidad de algo que actualmente desconozco. Las miradas de la mayoría de personas que se encontraban en el lugar demostraban temor, miedo puro y sorpresa, hay algo que no encaja. Ese hombre es mas que un simple CEO; las expresiones faciales de las personas no se borra de mi cabeza, pero la mirada de ese hombre sobre mi, no se borra de mi cuerpo, la sensación es intensa en toda mi anatomía por mucho que mi cabeza intente ignorarlo, mi cuerpo reaccionó de una forma indescriptible, de una forma que nunca había reaccionado, la sensaciones punzantes y cosquillosas me persiguen todo el tiempo hasta que llega la noche, mis abuelos no estaban cuando llegamos, Katia al igual que yo estaba pérdida en sus recuerdos. Alzó mi mano con burbujas de mi baño de espuma, soplo mientras muevo mis piernas de arriba a bajo, cuando siento el agua ya se esta poniendo fría término con mi baño intentando no pensar, solo hacer mi cuerpo funcione automáticamente. Observó el gran bosque a unos cien o más metros lejos de la cabaña, mi cabello cae sobre mis hombros y pechos, la nieve cubre en una fina capa los árboles, la noche es tranquila bajo la luz de la luna, oigo unos lejanos ruidos. Tomo el celular en la primera gaveta, lo enciendo y me aseguro sea seguro de utilizar, sin ninguna oportunidad de que alguien pueda rastrearme. Llegan unas cuantas notificaciones pero solo una destaca para mí. Noticias de última hora Luego se encuentra una clara y perfecta imagen mía. Le doy click a la noticia que carga lentamente, espero paciente mientras mi corazón late como un loco, respiro con un poco de dificultad y busco un lugar donde sentarme, la página carga por completo, comienzo a leer la descripción de la noticia palideciendo lentamente. Escribo mi informe acerca de la última misión, somos una organización especializada en casos anormales, normalmente nos llegan problemas de asesinos seriales que les gusta aterrorizar a sus víctimas d forma arroz y perturbadora o rituales satánicos donde personas inocentes se ven afectadas. La mayoría son sectas. Algunas veces cooperamos con otras organizaciones especializadas en otros problemas seriales, mafia, narcotráfico, homicidio, abuso, maltrato, tráfico entre otras cosas pero la mayoría del tiempo mis casos son de personas que crean sectas de creencias antinaturales. Mi última misión trato de una secta que se sacrificaban entre ellos mismos así sumando más personas ignorantes o ingenuas para hacerlas sufrir. Llegaron muchas quejas de personas que fueron atacadas por ellos, fue difícil entrar en su círculo y desmantelarlo... Alzó la mirada observando a través del cristal de mi pequeña oficina la oficina de mi capitán, fue una de esas víctimas en medio de la misión, actualmente esta en el hospital, tengo fe de que se recupere pronto, especialmente porque no me agrada la idea de tener un nuevo capitán a cargo de nuestro equipo de seis integrantes. Hay más equipos que no pasan de ocho. Haga mi cabello aún lado mientras leo el informe que le daré a mi nuevo capitán, todo está perfectamente explicado, trato de ser explícita en los puntos relevantes pero breve en puntos innecesarios que igualmente deben ir en el informe, alzó la cabeza oyendo pasos cerca de mi puerta... Uno, dos, tres... — Adelante — digo al mismo tiempo que tocan la puerta —; Teniente Henry — saludo por poniéndome de pie. — Agente Swer, tu nuevo capitán ya está aquí — avisa dándome una mirada para que lo siga — serás tú quien lo informe de todas las últimas novedades, lo ayudarás a suplir a tu ex capitán... — ¿Será temporal? — me atrevo a preguntar. — Aún no lo sé pero el capitán viene con intenciones de quedarse. Hago una mueca de disgusto siguiéndole el paso hasta llegar a la sala donde veo la espalda ancha y musculosa respaldado de dos hombres más. Una de mis colegas junto a otros habla con el. — Capitán — llama el teniente Henry haciendo el hombre se gire. Alzó un poco una de mis cejas observando al hombre castaño de ojos azules, expresión seria, facciones marcadas y aura intimidante, porque se me hace que ya lo he visto antes. — Teniente — su dura voz atraviesa el lugar. — Le presentó a la agente Zae Swer quien lo ayudará a acomodarse acá, es quien mejor conoce al equipo y la más destacada en su trabajo — nos presenta cuando estamos frente a frente — Agente le presento a su nuevo capitán Cayden Davis, cuando el agente Williams regrese estará mejor informado capitán. La mirada del capitán no me deja en ningún momento, es su apellido el que me hace reconocerlo, mi padre nunca deja de hablar de esta familia, primero porque está sobre su cabeza, segundo por como se hace conocer esta familia. Políticos y agentes de alto rango. Sucios en ambos aspectos por lo que he estado informada de ellos. — ¿Williams? — pregunta el hombre del lado derecho del capitán Davis. — Nuestro colega — respondo — lleva más tiempo que cualquiera de nosotros y conoce cada detalle acerca de nuestro equipo, está colaborando en un caso privado, desconozco el caso pero es de discreción. Las facciones del capitán se contraen. — Un gusto agente Swer... Mi mano tiembla en el celular al mismo tiempo que la voz de la reportera suena en mis oídos, las noticias en New York me matan lentamente, sollozo apretando mi agarre en el celular, sollozo fuertemente sin evitarlo, mi rostro se baña en lágrimas, arrebato los audífonos de mis oídos con violencia tirando el celular a cualquier parte de la habitación con violencia. — ¡Malditos! ¡Mil veces bastardos del infierno! — chillo con incompetencia cayendo de rodillas al suelo. Llevo mi cabello hacia atrás viendo la pantalla rajada pero el vídeo aún reproduciéndose. — Se han convertido en mi infierno señor... Sollozo sintiendo el sabor de mis lágrimas, no lo soporto, soy débil, jodidamente débil. Abrazo mis piernas cerrando los ojos. Hacerte la víctima ahora no te sirve, ni a ti ni a ellos. Un aullido me sobre salta, abro los ojos de golpe, me levanto del suelo acercándome a la ventana, son las cuatro de la mañana por lo que mis abuelos y Katia seguramente están durmiendo, lamo mis labios apoyando mi mano en el cristal, me inclino buscando saber si hay un lobo cerca pero no hay nada, frotó mis manos entre sí asegurándome tomen calor. No sé cuánto tiempo me quedo frente la ventana pero sin duda son horas porque veo cuando el sol comienza a salir, camino al clóset tomando un jean, botas hasta la rodilla, bajos, un gran y grueso abrigo que me pueda mantener cálida, me pongo una bufanda blanca alrededor del cuello, una gorra a juego, tomos los guantes saliendo de la habitación voy casi corriendo al patio mientras me pongo los guantes. Aún puedo ver el amanecer, sonrió cuando estoy afuera, doy la vuelta en el patio observando donde puedo verlo mejor pero los árboles son muy grandes, camino por la zona fijándome en el cielo, no es un amanecer muy reluciente por las nubes que tratan de cubrir el sol, finalmente encuentro mi lugar, me dejó caer contra el árbol mirando al cielo. Simplemente hermoso... Abrazo mis rodillas mirando el bello cielo con satisfacción. — ¡Zae! ¿Que haces ahí? — su voz cala por todo mi cuerpo. — Papá — respondo con un ligero temblor en la voz. Me aclaro la garganta poniéndome de pie camino hacía él. — Tenemos invitados ¿Se puede saber que haces aquí y porque sigues vistiendo así? Frunzo los labios sintiéndome molesta por el tono de voz que usa conmigo, miro la ropa que cargo puesta y no tiene nada de malo, unos jeans, blusa formal, botines y un suéter que encontré en la parte trasera del auto. Olvidé mi abrigo en el trabajo. — Me quitaré el suéter y listo — me adelantó a aclarar con una sonrisa. — No te ves para nada femenina, aprende de tu madre, entra por la puerta de servicio, subes y te cambias por algo más apropiado. Papá es tan difícil de entender, que si me veo muy femenina provocó a los hombres, que si visto muy masculina soy un hombre. Crítica todo de mi pero con el tiempo me dejó de importar su opinión; finjo darle la razón y ambos caminamos a casa pero muy diferente a lo que pidió entro por la puerta del patio que da directo a la sala. Papá intenta detenerme pero es demasiado tarde. — ...he dicho que... — Agente Swer — me tenso oyendo la voz de mi capitán. Creí sería una comida en familia sino nunca hubiera venido a casa. — Capitán — respondo dándole la cara — un gusto verlo, no sabía estaría acá. — Ni yo que usted lo estuviera. Mi madre se acerca a nosotros con una gran sonrisa. — Capitán Davis ¿Ya conoce a mi hija? — pregunta emocionada tomando mi mano para acercarme más. Papá finge una perfecta sonrisa. — Ya he tenido el gusto — responde. Paso mis manos por mi cabello desesperada por tantos recuerdos, solo viendo las noticias puedo quedar tan atormentada, me sobre salto cuando siento algo húmedo en mi mano, alzó la cabeza abriendo los ojos, casi caigo de no ser por el árbol. — ¿En serio tu? — pregunto con sorpresa observando al lobo — no, no puedes ser el mismo ¿Cierto? Me has asustado joder... Llevo mi mano a mi pecho analizando al lobo, esperando sea igual de pacífico que hace unos días, inclina su cabeza de forma inofensiva. El lobito empuja su osico entre mis manos oliendo mi cabello comienzo a reírme. Es juguetón. — Para... Me haces cosquillas — lo detengo — tu nariz está muy fría ¿Dónde es que vives? — pregunto observando lo dócil que está el animal — tu eres incapaz de hacerme daño ¿Verdad? Katia no me cree pero te ves inofensivo... El lobo se hecha frente a mi con las patas a mi lado, gruñe asustándome un poco pero no sé mueve. Sus patas quedan sobre mis guantes, creo olvide ponérmelos. — Eres un lobito encantador ¿Te lo han dicho? — inclina la cabeza hacía la izquierda mirándome con curiosidad. Es tan grande que me preguntó es un lobo normal, nunca había visto un lobo de su tamaño, es increíblemente grande y educado. Me acerco a el lentamente alzando las manos. — Quiero tocarte ¿Puedo? — pregunto cómo cautela. Sus ojos son negros actualmente pero puedo ver ese ligero color dorado. El deja su cabeza entre sus patas como si me dijera que no le tenga miedo y lo haga. ¿Me estoy volviendo loca acaso? Me arrastro hacia el con la intención de no asustarlo si me levanto, me siento sobre mis talones a su lado poniendo mis manos en su cabeza casi suelta un ronroneo. — Eres el lobo más bonito que he visto nunca — susurro acariciando sus orejas — eres tan bonito lobito — la idea de llevarlo a la cabaña de mis abuelos conmigo regresa pero la dejo ir así de rápido como lo pensé. Es una terrible idea, acaricio su espalda, su pelaje es tan sedoso que es me es difícil siquiera creer que es real. — Sin duda podría quedarme dormida acá — casi lo abrazo pero me detengo, no quiero se enoje y me muerda — ¿Cómo te llamas lobito? — pregunto pasando mi mano por su panza. Me alejo cuando se levanta de golpe, el movimiento me asusta un poco y a el parece indignarle, me gruñe pero mueve la cola, se aleja un poco. — ¡¿A dónde vas?! — pregunto con fuerza cuando se mete al bosque. Bien Zae, hasta lo has espantado, ruedo los ojos poniéndome de pie, me sacudo limpiando la nieve en mi ropa, cuánta nieve, camino hacía la cabaña, oigo algo ligero caer y luego siento un tirón en mi abrigo y un gruñido, giro encontrándome de nuevo con el lobo. Entonces no se fue. — ¿Y ahora que? — le pregunto siguiéndolo porque no suelta mi abrigo — deberías dejar de tirar de mi abrigo, lo arruinas y dudo tu puedas comprar otro — bromeo — ¿Te imaginas aún lobo ir a comprar un abrigo? — me río un poco — el frío ya me está afectando, solo digo estupideces pero suelta mi abrigo que no traje muchos conmigo — pido tratando de quitarle mi abrigo de su osico. Me regresa al mismo lugar donde estábamos minutos antes, me siento apoyándome del gran árbol, el corre un poco tomando una rama que antes no estaba ¿Fue por ella? Regresa con la rama en el hocico, apoya una punta en el la nieve. Sigo las líneas que forman lentamente la rama, paso mi dedo sobre la línea formando la primera letra C, lo sigo en cada letra pasando mi dedo sobre la línea que el hace, lo veo a cada rato pensando que estoy alucinando ¿Alguna vez la humanidad ha visto aún lobo escribir? Mi dedo se queda hundido en la nieve y mi cabeza intenta procesar lo que veo, un suave gruñido me trae a la realidad pero no me asusta, el está a una distancia prudente, me mira a mi y luego a las letras en la nieve como lo si lo señalará, inclino mi cabeza para ver lo que ha escrito, me levanto y me pongo a su lado, termino de pasar mi dedo sobre las líneas que el hizo encontrando una palabra o mejor dicho un nombre. Conan — ¿Ese es tu nombre? — pregunto con sopresa mirando al lobo a mi lado — ¿Conan? — gruñe y mueve la cola de forma más frenética — Sabueso, lobo; Alto — susurro sabiendo lo que significa — si ese es tu nombre sin duda te queda, me gusta, Conan — repito su nombre girándome a el — ¿Cómo es que sabes escribir o yo estoy alucinando? — pregunto con interés de saber. El solo me mira sin hace ningún movimiento, se vuelve ha hechar sin quitarme la mirada. — ¿Cómo se supone que hable contigo Conan? — me tiró en le nieve a su lado — ¿Tienes hambre Conan? Por favor dime qué no comes carne... Y si la comes dime qué también comes otras cosas. Me río cuando suspira fuerte, no creí que pudiera hacer eso. — ¿Sabes? Quiero conocer el bosque pero mis abuelos no dejan de decir que es peligroso, cómo que a veces se les olvida quien soy y que me puedo cuidar sola — ruedo los ojos con disgusto — ¿Conan tienes dueño? — me fijo en ese detalle — te llamas Conan, alguien te dió ese nombre ¿No? Me siento frente a él tomando su cabeza entre mis manos busco en su pelaje algún collar pero si tuviera uno se vería ¿No? Sigo tocando el pelaje de su cuello pero este solo se hecha casi sobre mi. — ¡Conan pesas mucho joder! — su peso me hace caer para atrás. Comienzo a reírme y abrazo al lobo sin moverme. — En serio espero que no tengas pulgas lobito ¿Tienes frío? Seguro que si — me siento quitándome la bufanda y se la pongo a él — te la quitaré cuando te vayas, no quiero te asfixies con ella por mi culpa. Cierro un poco los ojos acariciando su pelaje, el suelta ronroneos y suspiros. Lindo lobito, casi hace me duerma... Me muevo en el lugar sintiendo me alzan pero mis párpados pesan tanto como para darme cuenta, el calor corporal que desprende es suficiente para evitar el frío, delicadamente siento me deja en una superficie blanda, quiero verlo pero mis párpados se niegan a abrirse, el sueño comienza a tirar de mi a su profunda oscuridad. — ¡Zae! — me levanto de golpe con el grito de Katia. Veo a mi alrededor encontrándome en el sofá afuera de la cabaña donde mi abuela se sienta a ver el bosque. — ¡¿Que pasa contigo?! — chillo con el corazón en la mano. Ella se ríe empujándome para sentarse en el cómodo sofá, mi mirada viaja hacía el bosque, precisamente al árbol en el que me encontraba ¿Lo alucine? No espero respuesta de Katia y correo hacía el árbol. — ¡Zae! ¡¿A dónde vas?! — oigo sus pasos detrás de mi pero no m detengo hasta llegar al lugar donde estaba con el lobito. Mi corazón late como loco al encontrar la rama y unas líneas en la nieve. No lo alucine, si se llama Conan ¿A dónde fuiste lobito? Giro sobre mi eje buscándolo, estoy segura que nos quedamos dormidos acá. Tiene mi bufanda... No me preocupa la bufanda pero si el. Un escalofrío me recorre en la espalda, mi mirada regresa al gran bosque, cada vello corporal se me pone de punta, intento caminar hacia el lugar donde siento unos ojos me miran, toman de mi muñeca con firmeza. — ¡¿A dónde crees que vas?! — ¿A dónde vas...? Me suelto con brusquedad llevando mis manos a mis oídos. No... No, no. — ¿Zae? ¿Que sucede? Solo tome tu muñeca... — ¡No fuiste tú! — me dejó caer en la nieve apoyando mi espalda mi en el árbol — no fuiste tú... Solo me asusté sin razón... Katia me mira preocupada, se pone de cuclillas, apoya sus manos en mis rodillas. — Estamos lejos de ellos Zae, nadie acá puede atormentarte, sino han encontrado a tus abuelos, menos a ti ¿Si? Se que me quiere dar apoyo pero ella y yo sabemos que mis abuelos no tienen a él buscándolos, solo a mis padres pero ellos juntos pueden encontrar lo que sea que se propongan. Mi abuela y abuelo corren peligro conmigo acá, no hay nada que él no encuentre, mis padres no van a tardar en dar conmigo. — Vamos por un chocolate caliente — pido — y luego me ayudas a conseguir algún trabajo... — ¿Que? Pero tenemos dinero suficiente y este lugar está más que perdido en el mapa, nadie nos va a encontrar Zae. La confusión está plasmada en su rostro. — Buscaré otro lugar igual de perdido que este pero asegurándome de no poner a mis abuelos o a ti en riesgo, necesito el dinero, un doble trabajo tal vez... No sé pero lo que tengo no estoy segura que sea suficiente, nunca está demás ser prevenida. — Puedes pedirles prestado a tus abuelos, ellos no van a negarte nada. — Lo se pero no quiero preocuparlos más. Ella frunce los labios. — Estamos juntas en esto ¿Recuerdas? Vamos por el chocolate y luego buscaremos un trabajo juntas sino estás de acuerdo te advierto que te encadenare ¿Entiendes? — Katia esto es serio. — No perderé la única familia que tengo. Sonrío abrazándola la traigo conmigo a la nieve. — ¡Zae! — exclama con molestia y la hundo más en la nieve. Eso la obliga a reírse. — La que llegue de último cocina — exclamó al mismo tiempo que me pongo de pie y corro a la casa. — ¡No! — me sorprende oír sus pasos cerca pero nadie es más rápido que yo. Corro a paso normal para burlarme de ella y avanzo cuando se acerca. Cerca de la entrada de la sala corro rápido, abro la puerta girando mi rostro al bosque. Mis guantes están acá en el sofá. Es como si alguien estuviera ahí y mi sexto sentido no se equivoca.
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