Franco Claro que pensaba, como tantas veces solo que un poco más fuerte, que ya no tenía sentido seguir manteniendo nuestro amor clandestino. Pensando cómo quería contarle yo mismo a Eva que iba a tener un hijo y dispuesto a que no pasara más tiempo para que no lo supiera por terceros, nuevamente me inventé un viaje de un par de días a Roma, donde ya estaba Martín con un cliente o al menos eso les había hecho creer a todos, para poder hacerme una escapada hacia el pueblo donde ella estaba. Pero verla tan vulnerable, sintiéndose culpable por todo lo que su mala decisión de hace una década ocasionó en ambos, y a la vez pudiendo hablar sinceramente como al principio de nuestra relación, me hizo dar marcha atrás en esos pensamientos. Necesitaba estar con ella para consolarla lo más que po