Taylor. Stella entró en su habitación en albornoz y la seguí con la mirada mientras ella iba a su escritorio. Dejé de mirarla para centrar mi vista en el móvil, en el artículo que estaba leyendo. Desvié de nuevo mi vista del móvil cuando la vi quitarse el albornoz. Había quitado su toalla del pelo, y ahora agarraba este en su cabeza con una pinza. Mi chica aún estaba húmeda y pude verla como dios la trajo al mundo. Estaba de perfil y pude observar sus pechos, su abdomen no plano del que ella se quejaba constantemente y sus piernas. Ella parecía sacada de un anuncio mientras mojaba su mano de crema hidratante y se la echaba. La vi pasar sus manos por sus brazos y hombros. Después volvió a coger el bote de crema y echó en su mano para esta vez echarse por sus pechos y masajearlos. El artíc