El camino a Columbus fue de lo más pesado. Taylor iba con su padre en el coche y yo con el mío. El maletero y la parte de atrás estaban completamente llenas con maletas de ropa, mantas, comida, un botiquín – por si acaso – y muchas cosas más. Tantas que no sabía cómo íbamos a subirlas al cuarto piso. Cuando me quise dar cuenta, estaba ayudando a Taylory a su padre a subir las cosas de este para después todos subir las mías. Cuando llegué al cuarto piso y entré en casa, solté la maleta que llevaba en el suelo. ¿Qué llevaba ahí? ¿Pesas de veinte kilos? — No puedo más —murmuré. — Solo subiste dos veces —dijo Taylor entrando detrás de mí con bolsas. — ¿Te parece poco? ¿Qué llevas en la maleta? ¿Un cuerpo? —lo seguí. Salimos de casa y empezamos a bajar las escaleras. — S