Taylor. Tenía la música a un volumen bajo, ya que Stella iba detrás tumbada, con una bolsa en su mano y queriendo morirse, como ya había dicho en varias ocasiones. Faltaba menos de quince minutos para llegar y estaba deseando poder bajarla del coche por miedo a que manchara la tapicería. Llevaba la ventanilla bajada para que le entrara aire a ver si eso conseguía ponerla mejor. Había tenido que parar a mitad de camino porque se encontraba mal, y menos mal, empezó a vomitar fuera en cuanto paré. No dudé en coger bolsas y comprarle una botella de agua en la gasolinera donde paramos. Esperé a que se pusiera mejor, pero eso no iba a pasar, así que me arriesgué y ahora conducía por encima del límite permitido para poder llegar pronto. Miré por el espejo retrovisor, viendo solo sus pierna