Lo que siguió a continuación fue una lucha interna, un tira y afloja entre lo que sabía que debía hacer y lo que mi corazón y mi cuerpo me dictaban. Sus palabras resonaban en mi mente, confundiendo mis pensamientos, haciéndome cuestionar todo. Pero al final sabía que debía mantenerme firme, no podía dejarme llevar por sus palabras y mucho menos por sus caricias tan exquisitas. —No le creo, señor Norton —dije en voz alta, rompiendo el silencio. Él suspiró y se acercó, su respiración cálida rozaba mi pelo, haciéndome estremecer. —Sara, ya hablamos de esto anoche —murmuró con voz baja y suave. —Sí, hablamos de muchas cosas anoche —respondí, sintiendo cómo sus dedos rozaban mi hombro, apartando el tirante de mi blusa, y comenzando a besar suavemente esa piel expuesta. —No era mi intenci