La forma en como había expresado esas palabras, el misterio y la seducción que habia empleado casi me hacieron perder la cabeza, pero mi orgullo femenino me hizo permanecer en silencio, no debia perder el control. —¿Qué piensas al respecto? —Es bien sabido que cualquier monarca que así lo desee, puede tomar en su lecho a cuantas mujeres desee, siempre y cuando no degrade u ofendan a la reina. Así que no encuentro ningún inconveniente. —Sabia respuesta—murmuro esta vez cambiando el tono seductor de su voz por un tono enigmático. Lo que me hizo preguntarme si nuevamente estaba probándome. ¿Cuántas veces estaría bajo la sombra de su aprensión? ¿O más bien, cuando confiaría en mi completamente—ya puedes retirarte. Su agarre perdió fuerza y entonces sus manos se alejaron de mi cuerpo, al se

