—¿Dónde pusiste tu ropa limpia? —Nate pregunta mientras sale del agua. —Yo no traje nada. No tenía planeado nadar—digo, de pie junto a él. —¿Cómo planeaste caminar de regreso a la manada? —pregunta, arqueando las cejas hacia mí—. ¿Con tu maldita ropa a cuestas? —No pensé en eso. Solo quería quitarme la ropa sucia y la sangre. —Está bien. Levanta las manos—dice Nate, y yo hago lo que me pide. Desliza su camiseta sobre mi cabeza. —Gracias—le digo, dejando caer mis manos. —De nada. Vamos—dice Nate, cuando termina de ponerse los pantalones cortos. Empiezo a caminar delante de él, pero me tira hacia atrás—. No delante de mí. Camina detrás de mí —dice, empujándome detrás de él. —¿Por qué?—Pregunto, confundida. —Necesito bloquear cualquier lobo sin pareja para que no vea tus piernas. —¿E