–Roy – gritó Heather mientras se agarraba la pierna que se acababa de maltratar – Roy, por un demonio, es mejor que estés aquí rápido – siguió vociferando. Roy, que estaba haciendo una ronda alrededor de las propiedades de Salvatore, escuchó los gritos quejumbrosos de la chica y corrió en su dirección. –Heather, ¿Dónde estás? – le pregunto. –En el maldito patio de esta maldita casa – respondió, porque el dolor en su pierna era horrible y se lo estaba aguantando como mejor podía, gritándole a Roy. –Voy para allá – el hombre corrió hasta llegar al jardín trasero de casa de las chicas, donde Heather estaba tirada en el suelo con el bastón muy lejos de su alcance – ¿Qué te pasó? – le pregunto con el ceño fruncido. –Nada, simplemente me pareció una buena idea admirar el piso de cerca –