Rose salió de aquella oficina sintiéndose una cualquiera, ¿Cuantas veces había dicho que no intimaría más con él?, se mentía así misma una y otra vez, había sido fabuloso, no lo podía negar, se acomodó el cabello y dio pequeños pasos por el pasillo. Una de las bailarinas del club salió y la miró con coraje, odiaba la juventud, la belleza y el talento de esa mujer, era tan odiosa ante sus ojos. Rose la ignoró, sabía que no era querida en aquel lugar. —¿Ahora también te tomas los días que quieres?—Preguntó aquella mujer harta de Rose y de su estúpido rostro tan angelical. —Que te importa— dijo Rose. —Eres una lambiscona, en cualquier momento vamos a hacer que te echen de aquí. —Hagan lo que quieran. Era tan altanera que solo estaba haciendo enfurecer aún mas a esa mujer, así que aquel