Mi cuerpo vibra de anticipación.
Cada músculo.
Cada centímetro de mi piel vibra y grita, mientras nuestras bocas se marcan.
«Esto es deseo crudo.»
Mi cuerpo anhela el toque de otros dedos, los besos de unos labios…
Ian me besa contra el elevador y no me importa cuando chupa o mordisquea mis labios arrancando gemidos de placer.
No me quejo.
Las puertas del elevador se abren y es la única forma de apartarnos unos segundos por respeto a los demás.
Sin embargo, él me toma de la mano y tengo que caminar rápido para llevarle el paso y también cuidar de no tropezar.
Es un hombre con un propósito.
Llegamos a la habitación y abre con rapidez antes de tenerme contra la puerta, besarme y acariciarme con posesión.
Entramos a tropezones a la suite antes de escuchar como tira la puerta.
En m
