Los siguientes han sido duros en el trabajo, entre mis actividades en el mismo y la constante aparición de Fernando no me hacían fácil los días; sin embargo, esta tarde, cuando llego mi hora del almuerzo, respire aliviada de poder dejar el lugar. Hoy no mire atrás, salí como alma que lleva el diablo y luego de un rápido almuerzo en casa, termine de hacer mi equipaje. Estoy terminando de guardar mis productos de aseo personal cuando llaman a la puerta. Me apresuro y abro para encontrarme con Gino. —¿Dime que no llego tarde? —inquiere en modo de saludo antes de adelantarse y dejar un beso en mis labios. Me alejo dándole una apenada sonrisa. —No, de hecho, es dulce que quieras llevarme a la estación. —Si mi jefe no fuera un tirano, me habría ido contigo esta tarde. —Lo sé —, murmuro a