Dylan Odiaba la sensación de sentirme vulnerable, si tan solo no tuviera este maldito yeso, ya hace tiempo hubiera logrado escapar, pero con el todo era un poco más difícil. Había practicado muchas veces las formas de escape con mi madre y sabia lo que debía hacer ahora, pero me era muy complicado alcanzar mi pulsera. No solo traía esa cosa por coqueta, sino que entre los muchos dijes había uno bastante afilado que serviría para cortar esta maldita soga. Pase casi una maldita hora tratando de alcanzarla, hasta que lo logre. Entonces comencé a frotar, lo que sabia que tardaría mucho tiempo en romperse. Mi mayor reto fue distraer al idiota de Alex, no puedo quedarme con él y tampoco puedo seguir esperando que un milagro suceda. Tomaría esto en mis manos. -Mi papá estará tan furioso