—¿Mi amor? ¿Te sientes bien?
David salió de la ducha con la toalla envuelta sobre la cintura mientras se secaba el cabello con otra.
—Me siento muy bien, gracias.— Contestó serio mientras iba a la maleta para sacar un par de bóxer limpios.
—¡Ay amor! ¿Qué ibas a saber tú que era un niño que anda por ahí asustando a los turistas.— Repite Luz, tratando de no reírse como lo hizo en Alamos cuando el niño salió corriendo de la casa para disculparse con ella por la travesura que había cometido.
—Basta Luz.
—Canarias… mi Canarias.— Dijo tierna, mientras se ponía de pie para ir a abrazarlo. Él terminó de ponerse el bóxer jugó con sus rizos largos que caían sobre la frente aún húmedos por el baño. — Tienes el mismo aspecto que cuando te conocí ¿recuerdas?
—¿Ah si?
—Sí, tenías el cabel
