Victoria lo medito un poco, quería creer que aquello qué le molestaba era debido al distanciamiento qué había tenido con su esposo, así que simplemente le dedico una sonrisa. —No, por nada—respondió y entonces, luego de mirarse mutuamente, Alejandro encendió el auto y comenzó a conducir por el camino. Al principio hubo un silencio bastante incomodo qué daba a entender que aquella cita no era más que una mala idea y que de alguna manera y como siempre acabaría mal, pero ambos estaban dispuestos a dar lo mejor de si mismos para ver la cruel realidad, que no estaban hecho el uno para el otro y que ese matrimonio estaba destinado a fracasar. Para alejar ese silencio, Alejandro encendió el autoestereo y puso una canción, de hecho la favorita de Victoria. Recordaba que ella solía ponerse a ca