[KIAN] El sol empieza a caer cuando llegamos al campo. El cielo tiene ese tono dorado que solo aparece por unos minutos antes de oscurecer, y todo a mi alrededor parece respirar calma… excepto mi pecho. Mientras conducimos hacia la casa, puedo sentir la tensión en el aire. Mi madre va sentada atrás, mirando el paisaje por la ventana, y mi padre —como siempre— parece analizando cada detalle sin decir una palabra. Sé que no lo hace con mala intención, es simplemente su forma de entender el mundo: observando, evaluando, leyendo entre líneas. Y justo por eso, me preocupa cómo verá a Caeli. Cuando nos acercamos al portón principal, la veo esperándonos. Está de pie junto a los rosales, con un vestido blanco y un saco haciendo juego que se mueve con la brisa y las manos entrelazadas al frente

