[KIAN]
Entramos a la casa en silencio. No ese silencio incómodo que nos ha acompañado durante semanas, sino uno distinto. Cargado. Intenso. Como si cada paso que damos sobre la madera crujiente del porche marcara el inicio de algo nuevo.
La puerta se cierra detrás de nosotros con un leve clic. Ella avanza primero, como siempre, pero esta vez no la dejo alejarse. No esta vez.
Tomo su mano.
Se detiene. Se gira.
La luz del atardecer se cuela por las ventanas del pasillo y le dibuja sombras suaves en el rostro. Está hermosa. Cansada. Vulnerable. Real.
Y sin pensarlo más, me acerco y la beso.
No es un roce. No es una caricia prudente. Es un beso de verdad, uno cargado de intensidad.
Ella responde al instante. Su boca se abre bajo la mía como si hubiera estado esperando este momento desd
