No sé si ha sido una buena idea traer a Caeli a la casa, pero ella no quería ir a la suya y puedo entenderla, esta dolida con él. Coloco el hielo en la bolsa y regreso al salón, la veo sentada en el sofá y no deja de llorar, algo que realmente me da pena. Nunca entendí como los hombres pueden engañar a quienes dicen amar, y es que cuando Aria vivía, yo no tenia ojos para nadie más. Ni siquiera se me cruzaba otra persona por la mente, esa es la realidad. Me acerco, me siento a su lado en el sofá y con cuidado tomo su mano para colocar el hielo. No sé muy bien que decirle, y es que se ve tan triste que comprendo que cualquier cosa que salga de mi boca posiblemente parezca una estupidez. —¿No me vas a preguntar nada? —inquiere ella rompiendo el silencio. —No sé qué se supone que debo deci

