25 de diciembre por la mañana
No sé ni qué hora es cuando un movimiento hace que abra mis ojos y al ver hacia el frente la veo a ella sentada en el medio de la cama con mí camiseta puesta y mirándome fijamente.
—Hola —saluda y de a poco me voy incorporando.
—Hola, ¿hace mucho que te despertaste? —pregunto confundido y niega con la cabeza.
—Como una media hora, fui a buscar el mate y las facturas a la cocina, ¿queres? —ofrece y sonrió.
—No sé cómo pueden desayunar esto tan temprano —digo mientras observo las facturas con dulce de leche y crema pastelera que tanto conozco.
—No hablemos de eso que yo tampoco entiendo cómo pueden comer huevos revueltos, tocino, y todo eso… —rebate y me mira con dudas cuanto agarro el mate—. ¿Tomaste mate alguna vez? —inquiere preocupada y asiento mientra
