Caigo al suelo sin remedio, golpeandome la cara en el proceso, pero no me quedo ahí porque sé que Aramise no es benevolente. Tomo mi espalda como puedo, aunque aún me siento un poco aturdido y hay un zumbido en el oído qué me fastidia y no me deja en paz desde que me golpeo en la cabeza. —Al menos ayer sostenías mejor la espada, Bastian. ¿Los golpes te están afectando o solo eres un incompetente?—me reclama mientras me acecha como un depredador a su presa. Me preparo sosteniendo la espada con fuerza y firmeza, aunque sé que nunca podré estar a su altura no solo por su experiencia y agilidad, sino también porque aunque he crecido, él sigue siendo más fuerte que yo. —Eres muy bueno distrayendo, pero ya se te acabo el juego—me animo a contraatacar y corro hacia él Mi espada es detenida p

