—No vas a hacerlo. ¿Escuchaste?—alzo la voz porque conozco a Amelie. No solo es una mujer hermosa, rápida, ágil y fuerte, sino que también es testaruda, no suele escuchar la opinión de los demás cuando algo se le mete en la cabeza. —Es mi única oportunidad, Bastian. Entiende—protesta. —No, tu entiende. Las condiciones han cambiado Amelie, llevas a mi hijo en tu vientre, ya no puedes pelear y pretender qué todo te va a salir bien. Tu más que nadie sabe como pelea el imbecil de Leblanc. Desvía la vista de mi y sé que lo hace porque esta molesta, así que la obligó a mirarme tomándola por el mentón. —Voy a pedir tu mano en cuanto me den el cargo y nos casaremos antes de que tu vientre comience a crecer—digo y esas palabras me suenan irreales, porque aunque sabia bien las consecuencias

