Abro los ojos cuando empiezo a sentir el frío del norte. Pestañeo sintiéndome aún adormilada y cansada luego del largo viaje. Cuando miro a mi alrededor, observo, con ternura, que Bastian sostiene mi cuerpo en un caluroso abrazo que trata de reconfortarme.
Desde mi posición, veo como su respiración se convierte en vapor al exhalar el aire en sus pulmones. Se le nota algo tenso, pero aun así atractivo, no recuerdo la última vez que me detuve a apreciar su belleza salvaje. Un movimiento brusco del carruaje lo obliga a girar hacia mí, quizás para ver que ese movimiento no me hubiese despertado, pero al cruzar nuestras miradas, sonríe.
—Despertaste—menciona como si en realidad hubiese dormido por días. Sin previo aviso impregna un beso en mis labios que me desorienta por un momento mientras
