Salgo de mis aposentos como si nada hubiera extraño hubiese ocurrido anoche. Siento una especie de culpa por haberme tocado hasta llegar al clímax, algo que solo había logrado Valois desde que me tomo como su mujer. ¿Es raro que una mujer se toque de esa forma?
—¿Ya ha decidido quienes serán sus damas de compañía, majestad?— me pregunta Rosette mientras nos dirigimos hacia el comedor principal, aunque al mirar por los ventanales me parece que el día está perfecto como para tomar el desayuno en el jardín, hace mucho tiempo que no lo hago y aunque la última vez en realidad lo hice con Valois, antes de que él tomara el trono, justo la mañana de ese día, desayune con mi madre en el jardín, fue una mañana muy agradable y cotidiana, nadie sospechaba lo que ocurriría esa noche.
—No, la verdad n
