Al llegar a mis aposentos me recuesto sobre la cama de paja a la que ya estoy tan acostumbrado. En el norte no hay muchos lujos a pesar de que protegemos el palacio más hermoso del reino.
Me llevo la mano al rostro para ocultar mi vergüenza junto con mis cicatrices. Respiro profundamente mientras pienso en Isi y la última vez que la vi. Ella no me recordó y supongo que después de atacar el palacio tampoco lo hará.
Mi plan es atacar el palacio y asesinar a los soldados qué no estén de nuestro lado, sacar a los sirvientes y buscar en cada sitio y rincón al rey y a la reina, a quienes pienso encerrar hasta que la maldita prisión se caiga de vieja.
Claro antes de lograr todas esas hazañas, deberé enfrentarme a Leblanc y su estúpido hijo, a quienes debo asesinar a como dé lugar.
—¿Bastian?
