Valois me invita a tomar asiento a su lado, tomando el trono que antes le pertenecía a mi madre. Desde ahí observo el panorama que muestra el cuerpo de Amelie frente a nosotros. Su vestido, a diferencia del mío, está reluciente, aunque la tela parece que está algo arrugada, quizás por el tiempo que ha permanecido sobre sus rodillas. Trato de mirar la orilla de su vestido, buscando vestigios de suciedad como los tenía Odette cuando la visite en prisión, pero su hermoso vestido no tiene lo que busco, así que lo primero que se me viene a la mente es esa influencia que ella tiene aún en el ejército. ¿Cómo podría ella, una capitana, estar en prisión? —¿Qué diablos paso?—comienza Valois una vez que toma asiento junto a mí. Lanza esa pregunta, pero me parece que no solo es para Amelie, sino tamb

