Mis gritos hacen eco en los fríos muros de la prisión, el dolor es intenso y sofocante. Mi espalda arde como si estuviera en el mismo infierno. Cuando se detienen, siento un escalofrío que me recorre el cuerpo, una reacción instintiva que me dice que aún sigo vivo y por mucho que me torturen no van a matarme, no después de lo que han invertido en mí, pero su castigo es la única forma sutil y compasiva que tiene el rey para personas que le desobedecen como yo. Sé que la próxima vez no será tan benevolente conmigo.
—Muy bien Vincent—me dice el maldito soldado, quien no solo es especialista en tortura y castigos, sino que es uno de los tantos verdugos que el rey tiene para asesinar a todos los prisioneros políticos que ha capturado, aquellos que se atreven a enfrentarse a él—has cumplido tu
