—A mi tampoco me agrada—expreso escondiendo entre mis palabras, la verdad de mi aprehensión hacia ese hombre mientras ella agacha la vista y me parece que algo le incomoda al hablar de ese hombre—¿Él te ha hecho algo? —No, pero...—se queda en silencio mientras sus delicadas manos juegan con sus propios dedos. Miró mis manos y lo diferente qué sé ven en comparación con las suyas, somo de mundos diferentes, los cuales quizás jamás se crucen. —¿Pero que?—insisto en saber porque de ese maldito puedo esperar cualquier cosa. —No me gusta como me mira—revela y yo siento una especie de ira, la cual no comprendo de donde viene porque esa niña es la hija del hombre a quien más odio, su perdición y destrucción debería ser mi felicidad, pero su rostro y sus palabras me hacen sentir todo lo contrar

