Sus palabras me recuerdan a la táctica que solía utilizar Aramise, mi maestro, para distraerme, para hacerme enfadar y de esa forma, perder mi concentración, porque al estar perdido en mi ira, dejaría de observar mis puntos débiles, lugares que él intentaría descubrir para lograr acabar conmigo.
Aunque debía admitir que después de todos estos años, aprendí a pulir mi técnica y dejar de preocuparme mucho en el agarre de mi espada, el cual, siempre me hacía mirar de reojo cuando era más joven. Aramise me dijo que mis muñecas eran demasiado débiles para impedir un ataque directo con la espada hacia mí, él se encargó de enseñarme como debía sostener la espada para evitar que mi oponente siquiera pudiera tener la oportunidad de tocarme.
Leblanc levanta su espada y no duda en moverse para atac
