Septiembre – 3,390 a. C.
Tierra: Villa de Assur
NINSIANNA
Se despertó con el rítmico sonido de los latidos del corazón de Mikhail zumbando a través de la arteria braquial del brazo que ella siempre utilizaba como almohada, con su mejilla apoyada en su pecho. Mientras dormía, él le había cogido la mano y se la había colocado sobre el corazón, su mano grande y fuerte acariciando suavemente su pequeña extremidad. Él ya estaba despierto, observándola con aquella expresión ilegible que adoptaba siempre que tenía algo en mente. El pueblo estaba extasiado con la recompensa que habían traído y repartido entre la aldea, cincuenta y tres gacelas y dos pieles de león, pero por alguna razón, él se negaba a hablar de ello.
—Buenos días —acarició su cabello.
—Buenos días —respondió ella, estirán
