—Ahora no, Liss —se negó. Ahora todos se habían quedado con el diminuto Liss, ¿tan bien les había caído? —No puedo —dijo haciendo intento de pasarme por el lado pero no se lo permití. —Es importante, es sobre la niña, si no me equivoco acaba de llegar del trabajo, ¿podría dedicarme solo cinco minutos? —pregunté con seriedad. Balanceó la cabeza pensativo pero no le quedó de otra que aceptar. —¿Recuerda sobre lo que hablamos? Pues es un sí, hay indicios de que le haga falta, y creo que no encaja en una escuela como todos los niños por eso; es hora de que te sientes a pensar como le contarás todo —expliqué. Sus ojos se clavaron en los míos, se veía frustrado, pero debía ir al grano, no sólo estaba haciendo mi trabajo, de por sí ya quería a esa niña muchísimo. —Volvimos con las fo