CAPÍTULO 22.
Tenemos que hablar.
Pasando de una mano a otra el celular, caminé hacia las flores para estar alejado de tanto rollo.
Alex, soy casada.
Listo, ¿tan difícil era? Sí, muy difícil.
—Yo también tengo algo que decirte —giré de golpe y me encontré con sus ojos grises.
Mi cabello aterrizó sobre mi hombro izquierdo. Sus ojos se clavaron en los míos, sus hermosos ojos que me miraban de una manera única, de una manera tan especial, amaba tanto a ése hombre, daba tanto miedo ése sentimiento, las cosas se dieron tan de repente, como si estuviese escrito, y que ninguno pudiésemos detenerlo. Que se tenía que dar y se dio.
Mis ojos me traicionaron, pero supe contener mis ganas de llorar, ¿iba a tener yo el valor de decirle? ¿Iba a tener la fuerza suficiente para decirle que yo
