El bungalow está en total oscuridad, la quietud de la noche parece haberlo engullido, sumergiéndolo en un inquietante silencio. O quizás sólo soy yo que apenas puedo controlar los temblores de mi mano al acercarse a la perilla.
Aprieto los párpados en un intento por darme valor, me concentro en ir sosegando la carrera acelerada de mi corazón asustado, luego, cuando creo que he logrado que la determinación por conseguir la calma a largo plazo, sostengo la llave que abre la cabaña.
La estrujo entre mis dedos antes de depositarla en la mesita que adorna el salón.
Evan va a hallarla, indefectiblemente así será.
Echo una última ojeada hacia las escaleras, siento mi corazón encogerse, astillado por sus propios trozos desperdigados.
No obstante, me uno a la oscuridad de afuera.
Desde el aut
