Capítulo 4

2133 Palabras
Subimos en el elevador y cuando bajamos, mi jefe está esperándome en la puerta de mi apartamento, se sorprende un poco cuando me ve con Kenneth. —¿Garret, qué haces aquí? —le pregunto fastidiada. —Tenía entendido que vivías sola. Kenneth lo ve con desconfianza, abro la puerta y entramos los tres. —No has contestado a mi pregunta —le digo molesta. —Quería hablar contigo. —¿De qué?  —Quiero que me muestres los capítulos que llevas avanzados. Kenneth no se va a su habitación, se queda ahí de pie a mi lado, imponiendo con sus músculos. —Por Dios, hace unos días que nos vimos ¿qué tanto podría avanzar? —Estoy seguro que ya tienes algo. —Si lo tuviera, obviamente, no te lo mostraría, hasta que tenga la historia terminada como siempre lo he hecho. —¿No será qué sigues sin poder escribir nada Amber? Empieza a acercarse a mí y Kenneth da un paso al frente, Garret lo voltea a ver y sonríe. —Me imagino que usted es el novio, no ha pensado que tal vez esté haciendo algo mal para que Amber no pueda escribir un tema tan abierto como es el erotismo, tal vez le falte alguien que la enseñe bien. Kenneth se pone rojo y se va a abalanzar sobre él, pero yo lo detengo. —¿¡Pero quién diablos se cree que es!? —grita Kenneth furioso. —Kenneth por favor —pongo mi mano sobre su pecho tratando de detenerlo—. Garret hazme el favor de irte, jamás me había sentido tan presionada como ahora. —No te estoy presionando, solo cuido los intereses de mi editorial. —Estoy pensando muy seriamente en dejar de escribir para tú editorial.  —Si lo haces, te voy a demandar. —No me importa, tengo una buena reputación y estoy segura que cualquier otra editorial, me firmaría. Kenneth se acerca a él. —Ahora que ya la escuchó, ¡lárguese antes de que pierda por completo el poco control que me queda! —grita Kenneth apretando los puños. —Esto aún no termina Amber —dice Garret caminando a la salida, Kenneth lo sigue y cierra la puerta molesto. —Dime qué puedes hacer algo para romper ese contrato. —No lo sé, tendría que investigar. Me siento en el sofá y se sienta a mi lado. —¿Qué clase de jefe tienes?  —El peor de todos, al parecer. —Parece que quiere obligarte a entrar en un tema que no te agrada. —¿Pero por qué? Si no nos conocíamos. —Bueno, tal vez tú a él no, pero estoy seguro que él ya te conocía de antes, te ve de una mañera extraña. —Lo sé, me incomoda mucho. —Es mejor que vayamos a descansar. —Si, es lo mejor, buenas noches. Nos vamos a nuestras habitaciones y no puedo dormir, estoy furiosa con Garret. Me levanto a tomar un vaso de agua y me quedo sentada frente a mi computadora por unas horas. Algo se me tiene que ocurrir para que ese hombre deje de presionarme, me siento un poco ridícula al sentirme cohibida con el tema erótico. Regreso a mi cama un poco desilusionada y logro dormirme casi al amanecer. Por la mañana me siento fatal, la cabeza me duele horrible, me doy una ducha y me quedo unos minutos bajo el agua. Al salir me pongo una bata y me voy a la cocina a preparar café mientras llamo a Zury. —Hola Zury, disculpa que te moleste tan temprano, pero necesito consultarte algo. —¿Es el jefe verdad? —Si ¿cómo lo sabes?  —Ayer me llamó para que hablará contigo, dijo que cometió un error y que no quiere que pienses en abandonar la editorial. Según él, te dará el tiempo que se había estipulado para qué termines la historia.  —Lo dudo. —Además dijo que se te pagaría extra por salirte de tú zona de confort. —No sé qué decir. —Pues que terminarás tus historias y ya veremos qué pasa más adelante. —¿Tú crees?  —Sí Amber, yo estaré al pendiente de todo. —Está bien, pero no quiero que me vuelva a molestar. —Dijo que no lo hará. —Eso espero, bueno Zury, muchas gracias y te llamo en cuanto tenga algo concreto. —Muy bien Amber, hasta luego. —Adiós —cuelgo y empiezo a preparar el desayuno, después de unos minutos sale Kenneth muy risueño. —Buenos días, pequeña —me dice muy sonriente por lo que mi estado de ánimo cambia. —Buenos días. —Muero de hambre. —Siéntate, ya está todo listo. Le sirvo y nos sentamos a desayunar. —¿Arreglaste lo de tú jefe?  —Parece que sí, hablé con mi editora y me darán el tiempo que ya tenía estipulado para mi novela, además que mi jefe dejará de molestarme. —Me parece muy bien, lo que no entiendo es ¿por qué te está costando tanto trabajo tú nueva historia? —Bueno, para ser sincera, he leído y he buscado información, pero siento que no estoy plasmando lo que realmente se siente, o sea, siento que estoy copiando de otras partes, no es lo mismo imaginar historias de amor a imaginar cómo sería una escena más explícita. —Puedes poner tú experiencia, así será más fácil. —Kenneth, no siento que mi experiencia me sirva en este caso, como te has podido dar cuenta no tengo una vida social muy activa. —Te estás perdiendo tus mejores años.  Suspiro y sin pensarlo mucho le suelto. —Enséñame Kenneth. Se atraganta con la comida y empieza a toser. —¿Qué? —Enséñame cómo seducir a un hombre, enséñame lo que significa el erotismo, enséñame cómo describir un buen orgasmo, ayúdame a tener una idea de qué escribir en mi libro. Le da un trago a su café tratando de calmarse. —No me estás hablando en serio ¿verdad? —Claro que estoy hablando en serio ¿no me digas que no te acuestas con mujeres solo por pasar la noche? —Si, pero eso es diferente, tú eres la hermana de mi mejor amigo, yo no sería capaz de hacer algo así contigo. —Kenneth, solo te estoy pidiendo que me enseñes, no que seas mi novio o que te cases conmigo. No te estarías burlando de mí, porque yo soy la que te lo estoy pidiendo. Se pone de pie. —Seguramente te volviste loca, la visita de tú jefe te afectó.  —Sé que no soy del tipo de mujer que a ti te gusta, pero esto solo sería por un tiempo. Voltea a verme y arruga la frente. —¿Cuál es el tipo de mujer que me gusta?  —Pues muy guapas, con cuerpo de modelo. —Eso no es cierto. —No voy a discutir contigo por eso, solo te pido que me enseñes. —Amber yo no… —¿Por qué es tan difícil? ¿Soy demasiado fea para ti? —No digas eso —me contesta molesto—. Al contrario, eres una chica preciosa, pero no quiero que acabemos mal. —No tendríamos porqué, mira si aceptas, pondríamos algunas reglas — me pongo de pie, traigo un cuaderno y un lápiz. —¿Qué tipo de reglas? —pregunta curioso. —Empezaremos por escribirlas, ve pensando en lo que quieras poner —empiezo a escribir mientras él se queda viéndome—. Regla número uno: No mezclaremos los sentimientos. Sonríe y mueve la cabeza. —Regla número dos: No dormiremos juntos —sigo escribiendo. —¿Y esa regla por qué? —¿No te parece bien? —No lo sé, no pienso que sea un problema. —¿La quito o la dejo? —Déjala, ya veremos. —Regla número tres: Nadie tiene que enterarse. Suelta una carcajada y se acerca. —Estás loca ¿lo sabías? Y más yo, por aceptar. —¿Eso quiere decir qué sí aceptas?  —Me voy a ir al infierno por decir que sí. Sonrío. —¿Qué otra regla quieres poner? —Regla número cuatro: Aunque no sea una relación formal, exijo fidelidad —dice mientras me mira fijamente. —De acuerdo, por mi no hay ningún inconveniente, no podría ser infiel, si ni siquiera salgo. Suspira y yo continúo. —Regla número cinco: Usaremos condón. Mueve la cabeza negando. —De ninguna manera, si realmente quieres que esto sea diferente a tu experiencia tendrás que cuidarte con otra cosa, no puedes tener las mismas sensaciones si usamos condón, además yo estoy sano, me acabo de hacer exámenes. —Yo también, me hago mi chequeo cada año. —Perfecto, que quede claro que esto solo lo hago para ayudarte. —Gracias Kenneth. —No me des las gracias, que si Elliot se entera, me mata, y ni hablar de lo que pensaría mi padre de mi. —No tienen porqué enterarse. —No quiero ningún tipo de reclamos o peleas por celos. —No tiene porque haberlos, los dos somos adultos y sabemos que esto no es una relación. —Respetaremos nuestro espacio y pondremos horarios para enseñarte. —Muy bien. —Antes que nada me gustaría que vayas con tú doctora para que te den algún anticonceptivo. —Sí, haré una cita. —Amber no quiero lastimarte, no quiero que vayas a ... Lo interrumpo. —No te preocupes por mí Kenneth, sé perfectamente lo que esto significa. —¿Hablarás de nuestras relaciones en tú libro?  —Puede ser. Sonríe. —Bueno de este libro me vas a tener que dar regalías. —Dependiendo que tal quede. Vuelve a sonreír con mucha seguridad. —Ya verás que será un éxito. —Presumido. Nos ponemos a recoger la cocina, en eso suena el teléfono de Kenneth y se va a contestar. No tarda mucho en volver. —Parece que ya solo quedan unas semanas y podré empezar a trabajar. —Me alegro por ti. —¿Cuándo harás la cita con tú ginecóloga?  —No lo sé. —Hazla ahora, yo te acompaño, sirve que pasamos a comprar algunas cosas y empezamos cuanto antes, ya que empiece a trabajar no tendré mucho tiempo libre. —Está bien —contesto entusiasmada. Hago la cita y nos vamos en mi coche, entro a la consulta y la doctora me da la opción de ponerme un implante, ahí mismo me lo ponen y según me dice es bastante seguro. Cuando salgo Kenneth se pone de pie y se acerca a mi. —¿Todo bien?  —Si. —Perfecto, ahora vamos al centro comercial. Llegamos a una tienda donde venden lencería fina, Kenneth toma un brasier y me lo entrega. —¿Y esto qué?  —Es bonito, llévatelo. —Sí, lo es, pero no creo que me quede, está muy pequeño. —Y yo como voy a saber si te queda, si siempre andas muy tapada. Escoge varios conjuntos de ropa interior de diferentes colores, también escoge un camisón de seda n***o y un negligé blanco, yo solo con verlos me pongo roja. —¿Es todo? —pregunto viendo todo lo que escogió.  —Por ahora si. Vamos a pagar y cuando estoy por entregar mi tarjeta me detiene. —Déjame pagarlos, después de todo, yo seré quien los va a disfrutar. La cajera sonríe y él le entrega su tarjeta, tomamos las bolsas y salimos del centro comercial. —¿Amber qué te parece si comemos por aquí? —Si, me muero de hambre. Sonríe y se muerde la orilla del labio. —Yo también. Llegamos a un restaurante, hacemos nuestra orden y pedimos vino tinto. —¿Te gusta el vino?  —No mucho. —¿Y por qué no pediste una cerveza? —Porque voy a manejar y la cerveza me marea un poco. —Bueno, pues brindemos con el vino, que al menos sirva para algo. Empezamos a disfrutar de nuestra comida sin dejar de sonreír. —Bueno señorita, vámonos que ya es tarde. Nos vamos en mi coche y no tardamos mucho en llegar al apartamento. Voy a dejar las bolsas de las cosas que compramos en mi habitación.Cuando regreso Kenneth está sentado en el comedor tomándose un café. —Necesito que hablemos. —¿De qué?  —Si vamos a hacer este trato en el qué te enseñaré algunas cosas, quiero saber tú experiencia, así será más fácil para mí ayudarte. Me pongo roja al instante. *******♥*****♥******* Hola mis bellas, espero que les vaya gustando la historia. Gracias por sus comentarios y nos vemos mañana a la misma hora. No olviden que las quiero. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR